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Típico que... Te encariñas con la piedra


Típico que sabes que esa persona no te conviene, que es tóxica para ti, que nada más te hace daño y te hace sufrir. Pero tristemente el corazón y el cerebro no siempre están en el mismo canal y en el corazón dicen por ahí que no se manda. Así que aunque nuestro cerebro mande alertas rojas y negativas al corazón, éste nada más las ignora, sin importar el número de madrazos que se de y el tiempo que se tarde en volver a pegar sus cachitos. Cuando el amor llega, llega, aunque no sea la mejor opción ni lo que nos convenga.



Seguro todos tenemos alguna historia acerca de cómo le agarramos cariño a la piedra, y seguíamos tropezando con ella una y otra vez. Por lo menos yo sí… y lo peor es que sigo tropezando con la misma, pareciera que no aprendo.


Estas piedras son personas que saben cómo eres, que saben que ya caíste, y que saben perfecto qué decirte para tenerte ahí comiendo de su mano, cada vez. Siempre tienen la justificación perfecta para todo. Porque obvio son los típicos que te dicen y prometen cosas que no cumplen; que se desaparecen un rato (quizá porque ya se cansaron, o porque ya consiguieron a alguien más que atrapar en sus redes), y que después regresan con un simple mensaje, sabiendo que ahí seguirás.


Suelen ser relaciones que cambian de estado constantemente de on a off. Son relaciones intermitentes. Nunca es algo constante, pues se aparecen y desaparecen por períodos. Seguramente tratamos de terminar la situación tan desgastante mil y una veces, pero la verdad no es tan fácil. Finalmente el corazón siente y se encariña, más porque suelen ser personas que saben decir las palabras precisas en el momento adecuado, que quizá abren nuestros ojos a cosas diferentes que nos hacen cuestionarnos y crecer y que de esa manera nos mantienen cautivados, pues queremos seguir descubriendo más. A pesar de no estar tan presentes todo el tiempo, logran la manera de mantenerse en nuestra mente, pues justo cuando vamos pensando que ya estamos logrando olvidarlos, tienen la manía y el tino de volverse a aparecer. Y la verdad es que también influye el hecho de que como pensamos que ya nos conocen, que ya saben cómo somos, pues qué flojera tener que volver empezar con alguien más que tal vez no entienda, en mi caso personal, mi forma de de ser tan peculiar. Así que ahí nos aferramos.




Pero no es sano estar así. Finalmente ni estamos con la persona ni nada, no hay un compromiso como tal, no hay una relación, no hay nada; más que las marañas que nos hemos estado inventando en nuestra cabeza para justificar lo que pasa y para mantener la esperanza de que finalmente va a cumplir lo que prometió o que finalmente la relación ya va a empezar a florecer. No puede ser por ejemplo, que llevemos una “relación” de aproximadamente 3 años, que se base en puros mensajes porque él viaja mucho y trabaja fuera, y que después de mil promesas, se desaparezca de la nada y luego se vuelva a aparecer cuando se le antoja, para volver a hacer promesas y que le sigamos creyendo, para que otra vez pase lo mismo, se desaparezca y decida aparecerse quién sabe cuándo esperando que lo recibamos igual, y así un eterno círculo vicioso.




Lo peor es que esto puede durar la vida entera, si es que no aprendemos a ponerle un alto a la situación, si no aprendemos a valorarnos de una buena vez y a darnos cuenta que merecemos a alguien que esté ahí siempre y no solo cuando se le de la gana o se sienta solo, alguien que cumpla lo que promete y que de verdad haga todo por estar con nosotros. Pero esto depende de cada quién, pues si no empezamos a querernos y a valorarnos a nosotros mismos, cómo pretendemos que alguien más lo haga.




Lo que sentimos por nosotros se refleja, así que pongámonos a pensar qué mensaje le estamos mandando al mundo. Quizá la situación en la que estamos es precisamente porque el mensaje que mandamos acerca de nosotros no es el más positivo. Dejemos de darle el poder a otros y empecemos a tomar el poder en nuestras propias manos. Dejemos de aceptar migajas de amor y de atención, cuando no merecemos más que lo mejor. No nos conformemos con unos cuantos mensajes y palabras vacías, con relaciones incompletas, con falta de compromiso y entrega.




Se dice fácil y claro que no lo es, pero podemos empezar con acciones tan sencillas como eliminar a esta persona de nuestras redes sociales para quitarnos la tentación de estar sabiendo de ella, y de bloquearla de nuestro whatsapp. Nos va a costar trabajo pero realmente para qué queremos estar recibiendo mensajes suyos cuando no nos va a decir más que lo mismo de siempre y nada más se va a estar apareciendo ocasionalmente para evitar que lo olvidemos por completo. Como dice nuestra gran Jenni Rivera “Basta ya”. Por nuestro bien, ya dejemos atrás estas piedras que nada más nos generan un peso enorme en nuestra espalda y nos hacen tropezar y caer. Habiendo tantas piedras en el mundo, ¿porqué seguir tropezando con la misma?





créditos de imágenes:

- todoelecomunidad.ning.com

-urisumaj.blogspot.com

-marthadebayle.com

-deborasbs.blogspot.com

-daraespinaco.com

-dri.com.mx

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