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#Niunamenos 8M y 9M




8 y 9 de marzo del 2020, sin duda días históricos, días de lucha, días de alzar la voz, días de unirnos y ser más fuertes juntas. Fue todo menos un Día de la Mujer común y corriente y lejos de ser sin día para festejar.


Cada día desaparecen y asesinan a alrededor de 10 mujeres en México; cifras realmente alarmantes. Todas las mujeres vivimos con un miedo constante de salir de nuestra casa y no tener la certeza de que vamos a regresar. Hay algunas que ni siquiera en casa están a salvo, porque su familia o su pareja también las violentan. No a todas nos matan, pero nos quitan las ganas de vestirnos como queremos, de visitar ciertos lugares, de salir de noche, de usar transporte público, de subirnos a un UBER, de ascender en nuestro trabajo, de expresar nuestras ideas… no a todas nos matan, pero no nos dejan vivir.


Nos han quitado tanto, que ya nos quitaron también el miedo. Ese miedo ya se convirtió en enojo, en desesperación, en impotencia, en lucha. Estamos usando ese miedo para marchar, para luchar, para alzar la voz. Hemos crecido escuchando que “calladitas nos vemos más bonitas” y no hay nada más erróneo que eso, y ya no nos vamos a volver a callar jamás. El 8 de marzo tomamos las calles y ya no las vamos a soltar; son nuestras y no tenemos porqué dejar de salir y hacer uso de ellas. Por primera vez decidí ir a una marcha; no me gustan las multitudes, pero creo que esta vez el poder unirme, el poder juntar fuerzas, era más importante que nada. Marché porque no quiero ser la siguiente, porque no sé hasta cuando voy a estar viva, porque hay quienes ya no pueden marchar, porque ya no quiero tener miedo, porque se empieza por uno mismo y porque sin duda quiero un mundo mejor para las futuras generaciones.




No sé ni cómo expresar lo que viví y sentí al ir a la marcha. Un mar de emociones, y emociones encontradas, pues por un lado sentía alegría enorme de ver a tantas mujeres unidas (muchas más de las 80mil que reporta el gobierno) por una misma causa, de diferentes edades, sectores sociales, ideologías… todas juntas por un mismo objetivo; pero por el otro impotencia y enojo de saber que detrás de esta lucha hay dolor y miedo enorme. Escuchar las miles de voces gritando y cantando en una sola voz, me conmovió hasta las lágrimas. El leer los carteles con ideas y miedos que todas hemos experimentado, me enchinó la piel. Ver a madres con sus hijas pequeñas, concientizándolas sobre nuestra situación. Hombres que no marchaban, pero se mostraban empáticos y solidarios frente a nuestra causa, haciendo valla a lo largo de la marcha, con pancartas de apoyo. La mayoría nos movilizamos de manera pacífica y nuestro mensaje fue claro.





Claro que hubo vandalismo, claro que hubo violencia… eso es el pan de cada día… pero eso no es en lo que debemos centrarnos… o quizá sí. No apoyo la violencia, no creo que sea el camino. Yo no rayaría los monumentos, ni rompería los cristales… pero si me pongo en los zapatos de quienes lo hacen, creo que hay una razón de peso detrás de su vandalismo y no soy quién para juzgar. Cuando sientes que los monumentos son más importantes que tu vida, cuando llegas a TU marcha y ves todo protegido con vallas, cuando llegas al zócalo y no está la bandera de México… eso también es violencia, eso manda un mensaje muy claro de que no somos tan importantes como deberíamos de serlo… eso claro que enoja, y claro que dan ganas de tirar vallas y rayar monumentos y quemar todo lo que se pueda. Cuando te matan a tus seres queridos y las autoridades no mueven un dedo por encontrarlas, por buscar culpables, por hacerte sentir un poco más segura, cuando romper, rayar y quemar sea lo único que te queda… rompe, raya y quema todo. A lo mejor así si te escuchan, te voltean a ver.




El 9 de marzo, elegí desaparecer, para unirme al paro, a esta simulación de qué pasaría si todas nosotras desapareciéramos, así como las millones de mujeres que desaparecen diariamente en nuestro país. Afortunadamente fue una simulación, yo lo elegí, y hoy estoy de vuelta, pero ¿cuántas no tienen la oportunidad de hacer esa elección? ¿A cuántas les quitan la libertad e incluso la vida?

Me sentí orgullosa de que la escuela en la que trabajo se uniera al paro desde el principio, buscando hacer conciencia en las familias y en nuestros niños, quienes son el futuro de nuestra sociedad.




El 8 marchamos, el 9 paramos, y hoy regresamos más fuertes que nunca, más unidas y convencidas de que esta lucha apenas comienza. Ya estamos cansadas de vivir con miedo, de vivir a medias, de ver en las noticias tantos y tantos casos de feminicidios, más los que no se viralizan. Levantamos la voz por nosotras, por las que ya no pueden hacerlo y por todas aquellas que vienen después de nosotras… y tengan por seguro que nunca más nos vamos a volver a callar. Ya no somos una, somos TODAS y si algo le pasa a alguna mujer tengan por seguro que TODAS vamos a responder.



¿Qué por qué la marcha? ¿Qué por qué solo mujeres si los hombres también viven violencia? ¿Qué por qué nuestro paro? Porque hemos tenido que centrar el foco de atención en las mujeres, porque por el simple hecho de ser mujeres somos violentadas. La violencia existe en general y nadie se salva, ni mujeres, ni hombres, ni niños, ni niñas, ni animales…. Nadie. Pero cada vez son más casos de feminicidios, de violaciones, de secuestros. Porque, aunque los hombres también son víctimas de violencia, dudo que el miedo que sentimos diario y a todas horas las mujeres, lo sientan ellos de igual manera. En este momento es más que válido pedir que la atención se centre por un momento en nosotras y en nuestro movimiento. Eso no quita que esto vaya mucho más allá de género, no es una lucha de hombres contra mujeres; debe ser una lucha contra la violencia en general.




Los cambios no llegan de un día para otro. Este movimiento nos revela la ignorancia que existe y la falta que hacen más movimientos y paros como este. Este es el principio de un largo camino, en el que debemos ser constantes y conscientes, donde debemos empezar con nosotros mismos, en nuestra casa, en nuestro contexto inmediato, concientizando a nuestra familia, amigos y personas cercanas, y exigiendo también a las autoridades y a la sociedad en general. No podemos tirar la toalla, hay que seguir luchando día a día y mantenernos siempre unidas, pues aún falta mucho por hacer. “Mujer escucha, está es tu lucha” “Señor, señora, no sea indiferente. Matan a mujeres en la cara de la gente”


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