Típico que... Nuevo año, nuevo yo
Terminamos un año difícil, un año de cierta manera histórico, un año de muchas tragedias: muertes de muchos famosos (David Bowie, Carrie Fisher, Juan Gabriel…), de Trump como ganador en las elecciones de Estados Unidos, y de la terrible situación en Siria, entre muchas otras. Y con el fin de año es típico hacer un recuento de todo lo vivido, de todo lo logrado, de checar si cumplimos o no con nuestros propósitos, de crear nuevos propósitos para el año que comienza.
Típico que en cada año nuevo que va a empezar, nos proponemos empezar siendo una nueva persona, un “nuevo yo”, diciendo que vamos a cambiar y a mejorar. Y la verdad es que aunque tengamos probablemente la mejor disposición y actitud para que así sea, a mitad del camino, sino es que antes, se nos olvida lo que nos habíamos propuesto y adiós “nuevo yo”, y adiós a nuestros propósitos. Tristemente la mayoría de nosotros dejamos olvidados nuestros propósitos de año nuevo tempranamente en el año; y quizá esto se deba a que nos proponemos cosas que están un poco lejanas a nuestra realidad o que están un poco imposibles de realizar de acuerdo a nuestro ritmo o estilo de vida.
Está increíble que hagamos una lista de propósitos para empezar con una súper motivación e ilusión el nuevo año. Pero la verdad es que tratemos de ser realistas con lo que nos proponemos. Si odiamos ir al gym, está un poco fuera de lugar que nuestro propósito sea ir al gimnasio; mejor cambiémoslo por algo que sí vayamos a hacer y que nos guste más… salir a caminar o correr en mi colonia, meterme a una clase de baile, hacer zumba en mi casa… Tampoco pongamos cosas tan en general como “viajar más”; mejor pongamos de meta ir a un lugar en específico: “Conocer Perú” y así está más fácil, investigar, ahorrar y poder ir al destino.
Lo mismo pasa con lo que decíamos de “nuevo yo”; mejor propongámonos cambiar y mejorar en aspectos más específicos, porque cambiar por completo pues está un poco imposible. Metas como “ser más puntual”; “hacer más tiempo para ver a mis amigas”, “intentar no contestarle mal a mi familia”… pues está mucho más fácil mejorar y cambiar cuando sabemos más en específico en qué aspectos concentrarnos.
Personalmente me cuesta trabajo esto de despedir el año, me entra una nostalgia infinita y me cuesta trabajo lo de cerrar un ciclo para empezar otro desde cero. Empiezo a hacer un repaso de todo lo sucedido en el año y aunque está increíble recordar todo lo que viví, los logros que tuve y los grandes momentos, también empiezo (cosa que está pésima) a pensar en todo lo que no logre, en lo que pudo haber pasado pero que por alguna razón no se pudo, etc. Aunque disfrutó arreglarme para la cena de año nuevo, la cena, los rituales como las doce uvas y el brindis y abrazos… a la hora que ya me voy a acostar empieza el martirio.
Todos debemos proponernos hacer un recuento positivo del año que termina, ver todo lo que logramos, los retos cumplidos, los eventos asistidos, lo compartido con seres queridos. Y solo pensar en lo negativo para aprender de ello y buscar cambiarlo o mejorarlo para el año que empieza.
Vi una especie de ritual que me pareció una gran idea para poder hacer esto de forma más fácil: al empezar el año, tener un frasco vacío; a lo largo del año ir escribiendo en papelitos las cosas vividas en el año que de alguna forma sean importantes o representativas para nosotros e ir poniendo los papelitos en el frasco. Así al terminar el año podemos ir abriendo los papelitos y recordando todos los momentos significativos del año que termina y poder agradecer por ellos.
Aunque no siempre es fácil terminar algo para empezar algo nuevo, pensemos que lo que parece el final siempre es la oportunidad de un nuevo comienzo con infinidad de posibilidades.
¡Feliz 2017! Esperemos sea un gran año y sea mucho mejor que el 2016 en todos los sentidos (porque si fue un año medio rudo). De nosotros depende cómo va a ser- así que hagamos un gran 2017.
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