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Típico que... no quiero crecer


Claro que es bonito celebrar cada año, el hecho de que nacimos y de que tenemos la oportunidad de seguir vivos por un año más. Y como a mí me gusta la fiesta, pues siempre lo festejo y hasta alargo la festejada durante dos semanas, porque con un día no me basta.



Pero también debo de confesar que cumplir años me causa mucho conflicto. Yo soy como Peter Pan, que me rehúso a crecer, que considero que crecer es una trampa y que me quiero quedar chiquita para siempre. (*hace su berrinche*) Me urge encontrar El País de Nunca Jamás para irme a vivir ahí y ya no tener que crecer más.



Porque, aunque crecer nos puede traer muchos beneficios como la sabiduría de los años y de la experiencia, la verdad es que no es fácil. Con los años llegan y llegan cada vez más responsabilidades, trabajo, compromisos y todo lo que se espera de uno a ciertas edades (que si tener trabajo, que si tener buen sueldo, que si casarte, que si tener hijos…)



El caso es que, aunque siempre celebró los cumpleaños, también entró en crisis y me pongo triste de ver que voy creciendo, que me faltan muchas cosas por lograr, y que el tiempo pasa. Como que volteó a ver todo lo vivido y siento que me falta tanto por cumplir que me apanico. Y esto ha logrado lo que llamó “una maldita tradición”- pues como cumplir años me apanica, somatizo todo eso y para variar cada año, ya sea antes, durante o después del mero día del cumple, me enfermo, me da un gripón loco. Y ya es tradición porque real cada año sucede. Cuando pienso que ya la libré, empiezan los síntomas.



Pero ya sé que sucede, ya hasta lo espero. Y otra cosa que uno espera en su cumple son las felicitaciones y los regalos. Y tristemente cada año me desilusiono más en este sentido. Con la tecnología cada vez las cosas se vuelven más impersonales y en los cumpleaños no es la excepción. Ya la gente te felicita por Facebook y se acabó el asunto. O si bien te va un mensaje por whatsapp. Pero el caso es que se ha perdido la bonita tradición de felicitar en persona o mínimo con una llamada. Y eso que odio hablar por teléfono, pero la verdad si da gusto cuando suena tu celular y es una llamada para felicitarte de tu cumple. Porque insisto, no creo que sea muy difícil marcarle a alguien e invertir dos minutos de tu tiempo en felicitarlo; es más personal y sin duda alegra más a la persona que recibir un post en Facebook (nada más impersonal que eso).



Y algo que también he notado es que cuando somos chiquitos, todo mundo te da regalo y es como de alguna manera obligatorio que si alguno de tus compañeritos de la escuela cumple años, le lleves un regalo a su festejo. Pero nada más creces y la gente deja de dar regalos ¿poooooor? Entiendo que si no haces nada para festejarte, está medio complicado dar un regalo a alguien que no ves. Pero con todo y que hagas fiesta, reunión o lo que sea, la mayoría ya llega con las manos vacías. Y no estoy diciendo que tienen que llegar con el mega regalo tipo una pulsera de Pandora, pero no creo que dar un detallito los deje en bancarrota.



El caso es que seguiré en mi postura de Never grow up, al estilo Peter Pan, y no tanto en el hecho de quitarme la edad y esas cosas (porque además como me veo bien chiquita, ni necesito hacerlo, la gente de verme asume que tengo menos años de los que tengo), pero sí en el hecho de no perder esa inocencia y esa capacidad de sorprenderme, característica de los niños. Lo que sí propongo es que todos nos esforcemos en ser más personales al momento de felicitar a alguien por su cumpleaños; no es un día cualquiera, es algo importante, así que más llamadas, más festejos y más detalles.





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